jueves, 22 de septiembre de 2011

Aquiles y la tortuga

En un lugar del Atica occidental, vivía, más dedicado a cultivar su cuerpo, Aquiles, rey de los mirmidones, de cuya memoria guarda Troya una flecha.
Aquiles, coloca sus pies en unos tacos de madera inclinados, ensayando una y otra vez la salida para la carrera corta, pues quiere ganarle unas décimas al viento.
Aquiles salta como si tuviera un resorte, corre cual gacela unos cuantos metros, volviendo lánguidamente al punto de partida.
Entre los espectadores, coreando cada gesto de su ídolo, en aquel buen día de primavera un jabalí, pariente lejano de otro muy famoso que hubo en Erimanto. El jabalí Joaquín, observando las salidas de Aquiles, y a una tortuga que cruzaba las calles de tartán, aprovechó la circunstancia para retar a su gran amigo Zenón, diciéndole:
-     Puedes decirme si Aquiles vencerá a la tortuga que el estadio olímpico atraviesa.
El sabio de Elea meditó su respuesta:
-     ¿Es la mente como la flecha?, ¿avanza o retrocede?, diez metros por uno, eso hace un metro por cero coma uno.
-     El de los pies ligeros nunca podrá pillarla -convino el jabalí-. Por cierto tu esposa Anaximandra prepara una excelente sopa de tortuga.
-     Con un buen vino del Ponto.