jueves, 1 de noviembre de 2012

ULISES MANIATADO NO OYE A LAS SIRENAS

Curtidos marineros de Ítaca ejecutaron fielmente los designios de la asamblea. Ulises fue atado de pies y manos al palo mayor de la nave como corresponde a un rey.
- Ulises, divino por tus ardides, le dijo Perimedes, no te oiremos cuando grites nuestros nombres...
- Nuestros oídos estarán sellados con cera virgen..., aseguró Euríloco.
- ...y si mueves las cejas como para indicar que aflojemos tus ataduras..., insistió Perimedes.
- ...más fuerte apretaremos los nudos, completó Euríloco.
El barco lleva en su quilla un busto de Atenea; su nombre no trascendió la singladura de la historia y por tanto lo llamaremos Poté, el cual se desliza serenamente por las tranquilas aguas de Sicilia. "Nunca" jamás había navegado por aquellos parajes, y deseaba llegar cuanto antes al paraíso de las Sirenas.
Ulises siente crujir las tablas del bajel, las velas se hinchan, al percibir el armonioso canto de las sirenas; amarrado al duro mástil de su galera, borracho de mil batallas, delira sobre cubierta, se confunde con el lamento de las olas:
- ¡Así graznan, oh dioses, las gaviotas marineras!, ¿dónde están las sirenas?
El sol ciega sus ojos, y cree oir una voz antigua que le llama:
- Uli...Uli...Uli-seeeessss. ¡Te esperaba!, dice una sirena gris perla, ¡Te deseaba!, canta otra sirena con el cabello dorado y las escamas de oro, ¡Te amo tanto!, susurra la sirena azul cielo.
Ulises se endereza, grita:
- ¡Amigos!, ¡Hermanos!, suplica, ¡Dejadme reposar en esta isla!
Como no le oyen, las cuerdas la piel del pecho le desgarran y se desangra de tanto gritar.
Los marineros mueven su cabeza:
- Quién pudiera estar en tu lugar, apreciar la belleza y seguir vivo.
- Idiotas, les grita ronco Ulises, no es por las sirenas, este es mi lugar, aquí está mi destino.