sábado, 6 de junio de 2015

ATENTADO EN ISLA PURIFICACIÓN

El Teniente Peter Falk (46 años), principal responsable de la ceremonia, vigila atentamente para que todo se desarrolle con precisión de cirujano. Setenta agentes destacados, a pie de aeropuerto, repartidos cada quince metros en semicírculos cada vez más amplios. Otros cuarenta controlan una valla metálica donde se agolpan bajo la lluvia dos centenares de espectadores curiosos. Tienen prohibido el uso de paraguas, por lo que resisten estoicamente las inclemencias meteorológicas.
Peter presiona un receptor en su oído derecho y habla con Sam Peck (Sargento de narcóticos) que vigila desde la atalaya de la Torre de Control con unos prismáticos Olimpus:
–¿Sansón?, aquí Ringo, ¿Me recibes?
Por los altavoces se oye la voz metálica de una grabación: “¡Ding-dong! El vuelo procedente de Guanajuato tiene prevista su llegada a las 5:00 PM, ¡Ding-dong!”
–Alto y claro, Ringo. Cambio.
–¿A qué hora llegan los de la tele, Sam?
–¿No te lo han dicho? Cambio.
–¿Qué me tenían que decir?
–Que no vienen, pensaba que lo sabías. El director de programación dice que se le iban a mojar las cámaras y que retocarían imágenes de la última visita. Cambio.
–Qué última visita Sam, si el Papa nunca ha estado en Purificación.

“Siempre hay una primera vez -pensó Roberto-, una primera vez para nacer, una primera vez para morir, y en medio todo está lleno de malditas primeras veces: la primera vez que haces el amor, la primera que te pinchas, la primera que te cargas a un fulano, y la segunda y la tercera, ja, ja, ja.”

A Zorba le llaman “el dinamitero”. Tiene una gran cicatriz que le cruza la cara de Nordeste a Sudoeste, pasando por el ojo izquierdo, la nariz y la comisura derecha de la boca. Es de origen griego, y cuando sonríe parece que sonríe doble. Su especialidad es la de meterse en todos los líos. Sus manazas son proverbiales en Asunción, la isla vecina, y en todo el Archipiélago.

El Arzobispo de Antioquia, Colombia, Gran Chambelán del Papa Sacramento I, se inclina gravemente al paso de la azafata cardenalicia, la cual le sirve un refrigerio a base de whisqui de dos maltas con hielo. El Papa dormita a su lado, de repente despierta, se asoma por la ventanilla y dice:
–Mira, Rufus, Isla Margarita, la he visto en Google y…
La voz del comandante lo saca de su error: “En estos momentos estamos sobrevolando Isla Sabrosa, así llamada porque los indígenas eran muy aficionados a la carne cristiana de los primeros conquistadores”.
–¡Ah!, pues yo creía que era la Margarita -dice cruzando los dedos.
–Serían otros Mapps Santidad -le asegura el camarlengo mientras sorbe un largo trago.

Zorba y Roberto se dirigen por las alcantarillas como dos ratas sedientas al punto señalado. El primero lleva una linterna en la mano, el segundo en su casco de minero. El primero lleva su mochila cargada con una bomba casera, una especie de cacerola agujereada por donde colocar los cables que transporta la mochila del segundo.
–¿Tienes listo el temporizador? -dice Roberto mientras se limpia una gota de sudor.
Zorba mira su reloj, después mira a Roberto y le contesta:
–Todavía faltan veinte minutos -dice mientras se detiene-, aquí es.
–Oye Zor -le dice Roberto-. ¿Cómo sabes que no te has equivocado de cloaca?, arriba no se oye ningún ruido.
–Bob, los planos del aeropuerto son de primera. Venga saquemos el material.
–Con cuidado, ¿Eh?

–Aquí Sansón, ¿Me recibes, Ringo?
–Alto y claro, Sam.
–¿Por qué parece que te ha entrado el baile de San Vito?, y justo ahora, a punto de entrar en la pista Su Santidad. Cambio.
–Déjame de santos que me deshago.
–Será la lluvia, Ringo, aprovecha que todo el mundo está pendiente del palco de autoridades. Mira cómo saluda el Presidente Juárez. Cambio.
–Corto.

Zorba y Roberto se alejan a toda prisa por los túneles después de colocar la mecha con los cables unidos al temporizador. En tres minutos tienen que estar muy lejos, si no quieren ser parrillada de barbacoa.

Peter Falk, alias Ringo, se abrocha la gabardina con los brazos por dentro. Cuando llega el avión, se desabrocha el cinturón. Se coloca sobre la alcantarilla y exclama:
–¡Ooooh, Dios!

Se abre la compuerta. Pese a la lluvia sonríe la azafata seguida muy de cerca por el Arzobispo. En medio de la pasarela aparece el Papa Sacramento. Bendice a los presentes que gritan enfervorizados. Desciende el primer travesaño de la escalera metálica, y…

En ese mismo momento los tambores comenzaron a sonar.