domingo, 9 de octubre de 2011

EL PASTOR DE ALDEABONE

Dicen que canté en la barriga de mi madre. Nací en un pequeño pueblo de la campiña italiana, Aldeabone.
Mis padres me llevaron un día a la feria de ganado en la capital de la comarca, mientras yo saboreaba una nube de algodón de azúcar, una gitana me leyó el futuro en la palma de la mano, me dijo que llevaría sobre los hombros una gran responsabilidad, que mi número era el cinco, y mi color el blanco.
Yo hacía diabluras con el balón, intentando emular a mi ídolo Zinedine Zidane, que casualmente llevaba la camiseta blanca del Real Madrid, con el número cinco en su dorsal.
Lo de la responsabilidad me llegó más adelante cuando después de una larga carrera en el seminario, pasando por todas las etapas, sacerdote, obispo, cardenal, como un gusano en su viaje, capullo, crisálida y mariposa, me nombraron guía espiritual de media humanidad.
Aún hoy por los largos pasillos del Vaticano, hago algún amago de ruleta con los guardias suizos.
Ellos no pestañean, pero yo sonrío pensando qué bella es la vida.